La fuerza del sacerdote
En el Mensaje de los obispos españoles a los sacerdotes (hecho público el 14 de diciembre de 2009), llama la atención el énfasis con que afirman que la fuerza del sacerdote es la unión con Cristo, a través de la intimidad con Él en la oración y la Eucaristía. Desde ahí, la tarea del sacerdote es representar a Cristo: “escucharle, no ocultarlo, transparentarlo, darle siempre el protagonismo”. Como Cristo-pastor, ha de “cuidar, guiar, alimentar, reunir y buscar”, y hoy destaca esta última tarea: buscar “a campo abierto” a las ovejas perdidas, con el sacrificio que eso supone. Entre otras cosas, sin regatear esfuerzos en el sacramento de la Penitencia, porque eso sería “restarle futuro al mundo”.
Y es que la fuerza del sacerdote es esa “pasión por la unidad” con Cristo y sus miembros; una expresión que caracteriza el impulso ecuménico desde el centro mismo de la comunidad católica. Con esa fuerza de la representación de Cristo y de su sacrificio, de su pasión por la unidad y la reconciliación, es lógico que los obispos animen a los sacerdotes: “No cedáis al desaliento. Nuestra obra no es nuestra, sino de Dios. El que nos ha llamado y nos ha enviado sigue junto a nosotros todos los días de nuestra vida, ya que nosotros actuamos por mandato de Cristo”
Ramiro Pellitero, Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra
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